Él ya se encuentra en casa. Aún no sé cómo entró, aunque no se lo puse fácil. No puedo escuchar sus pisadas, ni veo sus movimientos. Es muy profesional. Sin embargo, yo poseo una ventaja que él no tiene: lo conozco mejor que nadie. Así que estoy segura que se encuentra oculto en la oscuridad, con el cuchillo de caza preferido de su padre, observándome.
El que lo conozca me da la ventaja. Pero sé que sus habilidades son superiores, así que me muevo con cuidado.
Él sale como un ninja debajo de mi cama. No sé como llegó ahí. Lanza un ataque con la cuchilla en forma de media luna. Dentro del pequeño instante que me queda para pensar, me da la impresión de que su fuerza no es la de siempre. Sujeto su mano con el arma, y con un movimiento de aikido lo desvío, sin lograr detenerle. Él hace un giro en el aire, y lanza un segundo ataque, así que me inclino hacía atrás y lo esquivo. En el aire, con un movimiento arriesgado, me lanza otro cuchillo que logra rozar mi mejilla. La mascarilla que llevo en la cara se desprende un poco. Con ella no me reconoce, así que no puedo perderla.
—¿Alguna vez te has preguntado, por qué destruyes vidas?
Bien. Modifiqué mi voz. No me reconoce.
—Es la misión, es el objetivo. Si está en la lista, debe morir.
—¿Sabes qué significa morir?
—No.
—Entonces, ¿por qué asesinas como un simple trabajo?
Sus ojos expresan tristeza a cada ataque. ¿Estará enfermo? Éstos son rápidos y precisos, dándome escasas milésimas de segundos para reaccionar. Si yo fuera una aficionada, o peor aún, militar, ya estaría muerta. Él conoce los métodos para destruir a quien tenga enfrente, igual que yo.
—Porque soy bueno en esto. No. Mas bien, porque es lo único que conozco. No es que me guste, pero es un trabajo. Desde pequeño he trabajado así. Todo el mundo muere, lo único que hago es adelantar la fecha.
Su voz es demasiado monótona y tranquila. Nuestra conversación no encaja con nuestros movimientos. Parece una charla normal, pero hacerlo mientras tratamos de matarnos mutuamente resulta un poco extraño.
Ha hecho 7 ataques en total, cada uno de tres o cuatro movimientos, en los cuales no dio ninguna abertura, ni tuve oportunidad de contraatacar. Es parecido a un baile exótico que integra todo el cuerpo. La belleza de nuestros movimientos sincronizados se destaca porque no hay lugar para errores. Un solo fallo nos costará la vida.
—¿Realmente está bien destruir a seres con nuestros mismos sueños? ¿Es correcto asesinar para vivir?
—¿Correcto? ¿De donde has sacado que lo correcto existe? Lo correcto para una persona no es lo mismo para otros. Demasiado subjetivo. ¿Dónde termina el bien y empieza el mal? La verdad, la justicia y la bondad son conceptos que no existen en nuestro mundo. Los asesinos renunciamos a esos conceptos porque no describen bien la realidad en que vivimos.
Sigue leyendo «¿Qué significa la vida para un asesino a sueldo..? [Historia]»