Publicado en Amor, Cuento, Preguntas, Todo, Vida

¿Qué significa la vida para un asesino a sueldo..? [Historia]

Él ya está en casa...Él ya se encuentra en casa. Aún no sé cómo entró, aunque no se lo puse fácil. No puedo escuchar sus pisadas, ni veo sus movimientos. Es muy profesional. Sin embargo, yo poseo una ventaja que él no tiene: lo conozco mejor que nadie. Así que estoy segura que se encuentra oculto en la oscuridad, con el cuchillo de caza preferido de su padre, observándome.

El que lo conozca me da la ventaja. Pero sé que sus habilidades son superiores, así que me muevo con cuidado.

Él sale como un ninja debajo de mi cama. No sé como llegó ahí. Lanza un ataque con la cuchilla en forma de media luna. Dentro del pequeño instante que me queda para pensar, me da la impresión de que su fuerza no es la de siempre. Sujeto su mano con el arma, y con un movimiento de aikido lo desvío, sin lograr detenerle. Él hace un giro en el aire, y lanza un segundo ataque, así que me inclino hacía atrás y lo esquivo. En el aire, con un movimiento arriesgado, me lanza otro cuchillo que logra rozar mi mejilla. La mascarilla que llevo en la cara se desprende un poco. Con ella no me reconoce, así que no puedo perderla.

—¿Alguna vez te has preguntado, por qué destruyes vidas?

Bien. Modifiqué mi voz. No me reconoce.

—Es la misión, es el objetivo. Si está en la lista, debe morir.
—¿Sabes qué significa morir?
—No.
—Entonces, ¿por qué asesinas como un simple trabajo?

Sus ojos expresan tristeza a cada ataque. ¿Estará enfermo? Éstos son rápidos y precisos, dándome escasas milésimas de segundos para reaccionar. Si yo fuera una aficionada, o peor aún, militar, ya estaría muerta. Él conoce los métodos para destruir a quien tenga enfrente, igual que yo.

—Porque soy bueno en esto. No. Mas bien, porque es lo único que conozco. No es que me guste, pero es un trabajo. Desde pequeño he trabajado así. Todo el mundo muere, lo único que hago es adelantar la fecha.

Su voz es demasiado monótona y tranquila. Nuestra conversación no encaja con nuestros movimientos. Parece una charla normal, pero hacerlo mientras tratamos de matarnos mutuamente resulta un poco extraño.

Ha hecho 7 ataques en total, cada uno de tres o cuatro movimientos, en los cuales no dio ninguna abertura, ni tuve oportunidad de contraatacar. Es parecido a un baile exótico que integra todo el cuerpo. La belleza de nuestros movimientos sincronizados se destaca porque no hay lugar para errores. Un solo fallo nos costará la vida.

—¿Realmente está bien destruir a seres con nuestros mismos sueños? ¿Es correcto asesinar para vivir?
—¿Correcto? ¿De donde has sacado que lo correcto existe? Lo correcto para una persona no es lo mismo para otros. Demasiado subjetivo. ¿Dónde termina el bien y empieza el mal? La verdad, la justicia y la bondad son conceptos que no existen en nuestro mundo. Los asesinos renunciamos a esos conceptos porque no describen bien la realidad en que vivimos.

Su siguiente ataque destruye las lámparas. Estamos a oscuras, pero aún puedo esquivarlo. Me encantaría esquivarlo el resto de mis días.

El se sorprende. ¡Maldición, me he reído! Con la precisión de un cirujano, lanza dos ataques. Estaba disfrutando demasiado esto.

El primer ataque fue una distracción. El segundo dio en mi otra mejilla. La mascarilla cayó. Él abrió la boca de sorpresa.

—Así que eras tú.
—No tienes que cambiar tus métodos sólo porque te has enterado de la identidad de tu objetivo. No pienses, sólo actúa. ¿No es eso lo que dice tu padre?
—Pero… ¡N-no sabía que eras tú! No entiendo, ¿Por qué tengo que matarte? ¿Mi padre desea tu muerte?— Su rostro refleja la ingenuidad absoluta.
—¿Por qué…? ¡Qué hermosa pregunta! Dilo otra vez… ¿Por qué?
—¿Eh?

En dos movimientos, tomo el cuchillo clavado en la pared a mi derecha y se lo lanzo entre los ojos. Lo esquiva sin siquiera cerrarlos. Sin dejar de observarme…

No me importará tener que morir por este chico.

—¿Sabes? Yo creo en esos conceptos ahora. Creo en la verdad. Creo en la justicia. Creo en la bondad. Y creo que lo que estamos haciendo no es correcto, ni bondadoso, ni justo. Creo que nos engañamos al cerrar los ojos a esta verdad.

Posición de lucha. Él se estremece con la idea de pelear conmigo. No creo que sea por mi capacidad. Si ha eliminado a personas mejores que yo, también puede eliminarme a mi. Tiene talento.

Lanzo un ataque escalonado. Son movimientos de lucha cuerpo a cuerpo que contienen ataques a distancia con objetos arrojadizos pequeños. Mis movimientos no se califican como fuertes, sino como precisos. Mis manos tienen cuchillas largas, y los objetos lanzados son igualmente cortantes. Entender cómo hacer esto en segundos nos tomó años de entrenamiento y práctica.

Es mi primer ataque en este combate.

Él esquiva con la misma precisión que yo ataco, pero no devuelve ningún golpe. Ha estado así desde hace ya diez segundos, ¿está bien? ¿será por que no desea matarme? ¿está dudando?

Realmente, espero que eso sea. Ayer, supe que se quedó media noche en medio de la lluvia esperando que su objetivo saliera del hotel. Eso sin duda es profesionalismo pero, ¿no lo he notado menos fuerte desde el principio? ¿se resfrío por eso?

Hace quince segundos comencé mi ataque. Debo decir que mi habilidad con las cuchillas es sobresaliente. Las hago aparecer y desaparecer como magia. Si me enfrento a un verdadero ninja con shurikens, nada tendría que envidiar. Pero no es suficiente. Para este momento, ya debería estar perdiendo. Mi oponente me supera en fuerza física, y en capacidad de improvisación. Él es capaz de segar una vida con un palillo de dientes, a la distancia. Sin embargo, no puedo rendirme.

No sé qué pasó después del movimiento número 128. Estoy en el suelo. Un cuchillo de caza sumamente familiar está posado firmemente en mi cuello. Mis extremidades están paralizadas, él está encima de mi. Su mirada es penetrante, pero sólo veo confusión y duda en sus ojos.

—No valoras la vida de las personas que has asesinado porque no ha muerto nadie que fuera cercano a ti. Pero… la gente que muere deja de existir. Si no afecta tu cerrado mundo, ¿simplemente no importa? Es un trabajo… ¡Qué tontería! Veamos que es más importante. Ésta es mi tesis como asesina de primera clase: ¿Qué significa la vida para un asesino profesional?…

Hasta ahora, mi voz a sido calmada y calculada, pero ahora que me siento cerca del final, todas mis emociones se desbordan a través de mis temblorosos labios.

—Una chica tocó a mi puerta hace una semana. Habló sobre un Dios que promete vida eterna. No le presté ninguna atención y la despedí enseguida, pero la idea de vida eterna me interesó como una curiosidad. Como asesinos profesionales, con algo así nos quedaríamos sin empleo. ¿verdad? ¿quién desea vivir para siempre? En un mundo tan oscuro, ¿qué luz puede hacer que los deseos de continuar vivos por siempre existan?

Pero luego pensé en la vida que he vivido hasta ahora. Realmente, pensaba que no me importaría morir. No había nada que me una a este mundo excepto… que puedo decir que te conozco. Durante años entrenamos juntos. Yo, era una veterana de 14 años, tú, un principiante de 11. Pude haberte matado ahí mismo, pero no eras un objetivo mio. Y por esa pequeña fortuna de la vida, te conocí mejor que nadie. ¿no es la vida algo maravilloso? Puedo verte y puedes verme, después de todo este tiempo. Has progresado como jamás pensé que lo harías. Me sobrepasaste, y lo que más me impresionó, es que no te odié ni envidié tu habilidad. Te admiré y respeté, y me obsesioné con observarte más… ¿y no es suficiente eso para desear vivir aún más? ¿para desear que vivas más? Y entonces pensé: ¿Qué pasaría si murieras? ¿si alguien te matara?

Cosas que había visto muchas veces empezaron a rodar por mis mejillas mientras decía:

—Las lágrimas de los que había matado empezaron a tener sentido. Huir de la muerte es algo natural. Nadie desea perder sus oportunidades de ser felices. Aunque ello signifique más dolor. Incluso si tienen la seguridad total de que es imposible alcanzar la felicidad, hay gente lo suficientemente fuerte como para seguir intentándolo. Hay gente capaz de ser motivada por desear lo imposible.

Él se ve increíblemente triste. Tal vez piensa que he perdido el juicio. No logré nada con mi discurso. Debo cambiar de táctica.

—Esto es el deseo de vivir de un ser humano. Por eso, deseo que tú también lo conozcas…Yo y tu padre somos tu única familia. ¿Es mi muerte o la de él también un simple trabajo? ¿Y qué me dices de ti mismo? ¿Deseas vivir lo suficiente para no desear morir? De cualquier manera, no quiero vivir en un mundo donde no estés, pero tampoco deseo un mundo donde tu corazón no conozca lo correcto, la verdad, la justicia y la bondad…

Una cuchilla aparece de la nada en mi mano y corto superficialmente su brazo, que me libera del agarre de judo en la que estaba atrapada. No fue por amabilidad. Son sus buenos reflejos los que salvaron ése brazo.

Lo miro con fiereza. Él ha perdido toda voluntad de luchar. Me hace desear golpearlo. Mi táctica siguiente terminará en mi muerte. No deseo que termine así, solo tengo la certeza de que ése será su final…

—Ja, ja, ja, ja…

Una carcajada de la fuente que menos esperé derriba mis planes mejor que mi propia muerte. Me sacó completamente de balance…

—Así que ésos son tus pensamientos. No… no esperaba esto. Es una total lástima… ja, ja, ja…

Me sentí terriblemente humillada. Una persona normal probablemente haría lo mismo que yo iba a hacer: golpearlo. La diferencia, que mi puño aún contiene una cuchilla en su extremo.

Él sonríe con su fuerza y determinación de siempre. La duda y debilidad se han ido. Como un león, se prepara para combate. No, eso está mal explicado: ya está preparado. Solo se alista para la victoria.

Tomo toda mi dignidad, mi reciente humillación, mis sentimentalismo y mis ganas de salvarlo, los presiono todos juntos y creo un nuevo y único sentimiento: determinación. Esto termina aquí…

—Huyamos.

Una nueva sonrisa hay en su rostro. Contrasta mucho la exclamación de sorpresa que hay en el mio.

—Busquemos juntos ésa eterna felicidad.
—¿Eeeeeh..?

Empieza a carcajearse nuevamente, pero ahora puedo notar que ésa risa no se burla de mi. Parece aliviado.

—Lo lamento, perdona, no me expliqué lo suficientemente bien. Desde hace mucho empecé a interesarme en ti. Qué te gusta, qué admiras, que deseas, que buscas. Pero la información al respecto siempre fue muy vaga. Y yo jamás fui paciente. No es que no pudiera esperar. Es que me daba miedo esperar…

Ser asesino desde pequeño me permitió conocer la fragilidad de la vida humana. No me importó, tampoco lo pensé mucho… hasta que me interesé en ti. Incluso doy por hecho que mi padre morirá algún día. Pero la misma idea no pude aplicarla a ti. Cada día que pasaba, me parecía un día menos para conocerte, un fecha de tu vida que jamás volverá. He estado intensamente consciente de tu mortandad, y me asustó: ¿todas las personas tienen conexiones entre si, como éstas? ¿se preocupan de la muerte de los demás? ¿de la vida de los demás? ¿hay personas que deseen seguir conociéndose, como yo a ti?

Como sabes, soy sumamente letal. Me conocen como una leyenda. Suspiro veneno, y mato con un alfiler a la distancia. Muchas cosas no son ciertas, pero incluso yo las he creído. Y por eso no me acerqué a ti. ¿Qué sucedería si con solo tocar tu mano cayeras fulminada? Me alejé de todo, mi trabajo se volvió robótico, no quería destruir más. Pero no podía destruirme a mi mismo, porque tu aún seguías ahí. Así que me obsesioné con otra idea: si soy el mejor en el arte de la eliminación, ¿podría volverme el mejor en el arte de la salvación?
Buscar una cura a mi propio veneno, y un perdón a mis propios actos de egoísmo que inconscientemente hice. Tenía que destruir mi conexión con éste bajo mundo, y dar la vuelta a la maldición de nacer y ser criado como asesino. Me convertiría en un salvador, alguien capaz de ayudar. Pero mis planes se frustraron precisamente donde comenzaron: contigo.

Podría desaparecer. No hay sentimientos que me unan con mi estilo de vida, con mi padre, con mi título de asesino de primera clase. Pero tú… No había forma de escapar de ti. Entonces pensé en salvarte. Pero para ello, tendría que seguir siendo un asesino, hasta que haya podido convencerte de dejar de serlo también.
Ahora que lo pienso, si la idea hubiese sido matarte, tendría más de 300 técnicas a mi disposición. Pero mi objetivo era salvarte. No tenía ni una sola idea de cómo hacerlo. Y, nuevamente, mi poca paciencia me sumió en la desesperación total.

«¿Dónde termina el bien y empieza el mal? La verdad, la justicia y la bondad son conceptos que no existen en nuestro mundo. Los asesinos renunciamos a esos conceptos porque no describen bien la realidad en que vivimos.» Me repetí mucho ésas mismas palabras para convencerme de que asesinar continuaba estando bien, para poder seguir como antes. Pero ahora, cada objetivo tenía tu cara, tu aroma, tu voz. Cada persona en este mundo era la razón de vivir de otra persona en este mundo. Si la mataba, no mataba a una persona, sino asesinaba los deseos de un futuro cercano a todos aquellos que la conocían. Era un peso insoportable. Empecé a perdonarle la vida a mis objetivos. Les dije dónde huir, qué hacer para pasar desapercibidos. Les conté mis propios sueños de desaparecer.

Y cuando estaba a punto de rendirme, cuando empezaba a pensar que al final, tendría que morir como el asesino de primera clase que soy… el objetivo que parecía siempre tener tu mismo rostro, tu mismo aroma y tu misma voz… no murió al primer ataque, e incluso me salvó de matar otra vez. Y resultaste ser tú.

No eres frágil. Eres más fuerte que yo. Mencionaste personas que son capaces de ser impulsadas por soñar lo imposible. Yo creo que tú eres una de ellas. Soñemos lo imposible juntos. Soñemos que lo que hemos hecho pueda llegar a ser perdonado, que lo poco que podamos hacer en el futuro, pueda limpiar una sola lágrima de las que somos los causantes. Soñemos que se nos permitirá la felicidad, a nosotros que hemos arrebatado tanta. Solo sé que por el simple hecho de soñar contigo, la felicidad no se siente nada distante…

Shock. Mente en blanco. Muchas lágrimas. Una cuchilla cae al suelo mientras corro hacia él. Me preocupaba tanto salvarlo que jamás pensé que nos salvaríamos juntos. Que éramos capaces de obtener algún tipo de salvación. De ésta sensación de paz, de éstos sentimientos puros y tranquilos. No me preocupa ya la muerte. No siento la presión del tiempo.

Mientras lo abrazo, pregunto con un nudo en la garganta:

—¿Cómo se llama a ésa preocupación que nace del temor de la muerte de alguien más? ¿De su pérdida? ¿De no poder hacer nada por él? Siento que mi vida girará en torno a éste sentimiento, pero no puedo definirlo adecuadamente.

Él, estrechándome fuertemente, me impide ver su rostro, pero puedo saber que está sonriendo ampliamente mientras dice:

—Precisamente hice averiguaciones en ese campo, cuando mis sueños me guiaron a ser un salvador, un ayudante. Yo también creo que ése sentimiento me guiará en mi nueva vida. Buscaremos a personas que compartan con nosotros el deseo de salvar a los demás, y los ayudaremos como los mejores en el campo.

Pero no creo que sea un temor a la muerte de alguien más. Es más bien, la acción de valorar su vida como algo sumamente precioso, sin comparación con nada en este mundo.

Y por la investigación que hice, creo que éste sentimiento tan inmenso… es llamado coloquialmente… amor.

Fuente: El deseo de salvar a todos (https://rickartz.wordpress.com)

Autor:

Mi objetivo es encontrar mi lugar en el ámbito laboral, en el que encuentre un balance entre lo que deseo hacer, y lo que hago para ganarme la vida. Por eso elegí la enseñanza de lenguas, una rama del conocimiento que me ha apasionado desde que pude entender su belleza.

Exprésate, amigo(a)...